martes, 21 de abril de 2009

La hora

Condenada sea la hora en la que empezó, 
malditas sean las lágrimas derramadas, 
repugnables sean los gritos de terror,
al igual que los oídos que los escucharon...

Desesperado buscaré la cura, la solución;
a esta execrable pena que me embriaga. 
¿Es que acaso me ignoras?
¿Es que acaso no sabes que estoy aquí?

Me encuentro devastando al enterarme,
y uno a uno los pedazos de destrozos yo levanto.

Vamos pues, yo sé que hay esperanza,
en algún lugar allá afuera,
en donde la luz del Sol se asoma.
en donde los rayos de la Luna alumbran.

Cobíjame con el milagroso destello,
nadie puede ser tan cruel. 
Exijir misericordia,
algo de compasión.

¿Alguien hace caso a mi llamado?
¿Mi escrito sangrante?
¿O mi canción lamentable?
Aún hay esperanza.




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